Lucha por la democracia sindical

 

Lucha por la democracia Sindical

Los años 70’s los tiempos que se vivían en México y en el mundo entero por aquellos años eran de gran agitación social. Por un lado, la Guerra Fría (bloque capitalista vs bloque socialista) había provocado que Estados Unidos iniciara una cacería de comunistas por toda Latinoamérica, imponiendo (o intentando imponer) gobiernos derechistas a través de operaciones y golpes militares a diestra y siniestra (Chile, Argentina, Vietnam).

Los sindicatos, siendo el gremio protector de los derechos laborales de la clase obrera organizada, también vivían una etapa muy volátil durante aquellos años, pues al ser percibidos como un “caldo de cultivo socialista” por los gobiernos derechistas, eran víctimas frecuentes de maniobras políticas represivas. Con la llegada del neoliberalismo en el escenario global, muchas de estas organizaciones sindicales sufrirían fuertes golpes y descalabros políticos a lo largo y ancho del mundo (Margaret Thatcher en Inglaterra, Ronald Reagan en Estados Unidos), perdiendo con ello muchos derechos y garantías laborales ganados con sangre tras años de lucha organizada.

El PRI utilizó los sindicatos para: controlar los diferentes sectores sociales del país (campo, energía, educación, salud), difundir la ideología priista entre los trabajadores, sostener el régimen a través de la cooptación del voto obrero, y utilizar a los trabajadores como base social para mantener en el poder al partido político más corrupto de la historia de México.

El SNTE, siendo la asociación sindical más grande a nivel nacional fungía como un gremio estratégico al servicio del gobierno priista, y no como un verdadero representante de las necesidades y exigencias de los trabajadores de la educación. La corrupción al interior del sindicato era (y es) de carácter funcional, el SNTE había heredado toda la estructura institucional del gobierno, y con ello, los mismos vicios del gobierno mexicano priista: corrupción, impunidad, demagogia, entre otros males más.

La corrupción sindical se extendía por todos los niveles y por todo el territorio mexicano, situación que imposibilitaba el actuar de los maestros que querían cambiar sus circunstancias. En la lucha por la democracia y por sus derechos, los maestros no sólo arriesgaban sus trabajos, sino también sus vidas, pues la represión contra la disidencia llegaba a ser de carácter mortal (situación que como vimos en Nochixtlán, sigue vigente).

El nacimiento de la disidencia sindical: la CNTE

Ante tal escenario de abuso y no-representación docente, un grito disidente comenzó a escucharse por el sur del país, grito proclamado, sobre todo, por aquellos maestros que vivían y trabajaban en zonas rurales y de escasos recursos.

Este movimiento docente formalizó su presencia en el escenario político-sindical bajo el nombre de CNTE, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. Así pues, esta coordinadora integró a los trabajadores de la educación que buscaban democratizar el SNTE, maestros que deseaban ser escuchados y ser tomados en cuenta en la gestión escolar nacional. A partir de este momento, la CNTE comenzó a utilizar marchas, huelgas y acciones directas para insistir en la apertura del diálogo, tanto al interior de su sindicato central (SNTE), como con el gobierno federal (que como podemos observar, nuestros políticos siguen sin saber desarrollar). Pudiéramos decir que la mediocridad sindical del SNTE parió a la CNTE.

La CNTE nace, pues, a partir de la lucha de los maestros por la democratización de su organismo mediador (SNTE) con las instituciones gubernamentales.

Cabe destacar que en sus inicios, la CNTE era percibida por la sociedad mexicana como un movimiento ejemplar a seguir, pues el pueblo veía en la fuerza de los maestros una vía organizacional con la que expresar sus inconformidades y exigirle al gobierno que rindiera cuentas e impartiera justicia. El maestro era, pues, sinónimo de lucha, apoyo y transformación social, o, en otras palabras, de revolución.

Desde entonces, hasta el día de hoy, las cosas han ido de mal en peor. Elba Esther Gordillo resultó ser una “líder”  sindical (del SNTE) peor que Jonguitud, y no fueron pocos los años que dedicó a negociar plazas, o a pactar acuerdos gubernamentales clandestinos (y otros no tan clandestinos) en apoyo a la privatización de la educación.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Creación de la Escuela Nacional Preparatoria

Reforma educativa de Luis Echeverria

La educación en la primera mitad del siglo XIX.